viernes, 31 de enero de 2014

Entrando a Camboya. Datos prácticos

Los ciudadanos europeos necesitamos visado para entrar a Camboya. Este visado se puede tramitar a la llegada al país o se puede obtener con anterioridad tramitándolo online. Podéis encontrar más información aquí:
El coste de tramitar el visado online es superior de hacerlo en persona, pero tengo entendido que hay bastante “mafia” en las fronteras terrestres, así que igual os compensa tramitarlo online.
Es posible entrar a Camboya por tierra, mar o aire. En mi caso, la entrada fue por aire, y tengo que deciros que en esta frontera también se aprovecha del turista si no estás atento.
Había leído que cruzar la frontera terrestre puede llegar a ser desagradable; nosotros, los europeos (incluso los españoles) estamos acostumbrados a la organización, el orden y el cumplimiento de la leyes por parte de los funcionarios. ¿Que el visado vale 20$ y hay que traer una foto?, pues así será. No hay temor, no hay dudas, todo está estipulado y se cumple. Pero cuando vienes a Asia… ¡ay! Mejor olvida ciertas estrecheces mentales; aquí todo varía en función de la persona que te atienda.
Durante el vuelo reparten tres formularios que es necesario rellenar: uno sirve para solicitar el visado; el otro es la concesión del visado, te grapan una parte en el pasaporte y no hay que perderla; por último está el formulario de declaración de bienes.
Formularios a rellenar

Había leído de todo, que si el visado cuesta 20$, que si 25$, que si una foto, que si dos… Así que no sabía qué me iba a encontrar.
Una vez bajas del avión y entras en el aeropuerto propiamente, hay que bajar unas escaleras. A mano izquierda se encuentran unos señores a los que les entregas la solicitud de visado, el pasaporte y una fotografía tamaño carnet; entonces tienes que ir unas mesas más allá y esperar a que digan tu nombre (estad atentos porque pronuncian como les parece) y entonces pagar el visado. El precio de la visa para turista son 20$, no más, si pagáis más pues no os devolverán el cambio a no ser que lo exijáis, si no lleváis dólares pues os harán el cambio que a ellos les parezca, así que mejor id preparados con dólares.
Con el pasaporte en tu poder, a mano derecha, están los señores policías que son los que colocan la pegatina del visado en el pasaporte y grapan en él el documento de salida. El visado tiene un mes de validez, pero es posible hacer una extensión del mismo en caso de necesidad.
Visado y documento de salida grapado al pasaporte

Ya estáis legalmente en el Reino de Camboya. Justo pasado el control de pasaportes están las cintas donde recoger las maletas. Ya con las maletas en mano, unos metros más allá está la salida, donde hay que entregar el documento de declaración de bienes. 
Y ya está. Aquí acaba todo trámite para entrar al país por aire.
Fuera encontraréis una casa de cambio y varios puestecitos donde comprar una sim prepago por si queréis tener internet, contratar taxi o tuk-tuk hasta vuestro hotel, y algunos servicios más.
Yo cambié algo de dinero, de euros a rieles. También compré una sim para turistas de la compañía Cell Card (más información en http://www.travelfish.org/blogs/cambodia/2011/06/23/how-to-get-a-sim-card-in-phnom-penh/).

El tuk-tuk me lo envió el hotel. El precio desde el aeropuerto está fijo, actualmente son 7$ por tuk-tuk y 10$ por taxi, pero si salís fuera del parking del aeropuerto (apenas unos metros caminando), podéis coger transporte hasta vuestro alojamiento por unos dólares menos (creo que tienen que pagar para entrar dentro de las instalaciones del aeropuerto). Desconozco si hay algún transporte público ya que yo ya llevaba el tuk-tuk apalabrado de antemano.
Contad una media hora para llegar al centro de Phnom Penh.


(Escrito y publicado desde Europe Guest House, en Phnom Penh)

Y al fin, el último vuelo

Por fin llegó la hora de tomar el último vuelo. Llegamos a Saigon, en Vietnam sobre las 12h y en “teoría” tenemos una escala para repostar combustible, limpieza del avión, recoger nuevos pasajeros y rumbo a Phnom Penh. Al final esta parada técnica se alarga casi hora y media…
En un vuelo de apenas media hora (con un zumito incluido) llegamos a la capital del reino de Camboya. Por fin, después de interminables horas, puedo gritar:

¡Estoy en Camboya!
Aterrizando (al fin) en Phnom Penh

(Escrito y publicado desde Europe Guest House, en Phnom Penh)

jueves, 30 de enero de 2014

Volando por necesidad

El avión es el mismo, pero los pasajeros han variado enormemente. La mayoría de las caras que observo a mi alrededor son del sudeste asiático; huelo a Asia.
Hora local: 10:40 de la mañana del día 30; hora en España: 04:40 de la madrugada del día 30. Queda aproximadamente una hora para aterrizar en Saigon. El vuelo ha sido bastante aburrido, casi que he echado de menos unas cuantas turbulencias para darle algo de emoción. 
Primero repartieron algo así como mini-pizzas acompañadas de un bizcocho, después de la experiencia con el enrollado he decidido pasar, además tampoco tenía hambre. Después nos apagaron las luces e intenté dormir todo lo posible; he pasado gran parte del vuelo en un estado de duermevela, además tenía algo de frío (nota mental: recuerda que en los aviones hace frío, así que lleva algo que abrigue). Unas tres horas antes del aterrizaje empezaron a repartir el desayuno, justo cuando más dormida estaba; la azafata, muy amable ella, me ha despertado, “Do you want chicken with rice or omelette?”. ¡Ayyy, qué cabreo he pillado! “Nothing! I don’t want breakfast!”. Jajajaja, vaya pataleta. El caso es que me he arrepentido al momento, cuando he visto lo que daban: además del plato principal, el desayuno incluía un cruasán, un bollito de pan, mantequilla y mermelada, fruta y un yogur. Pues me he quedado sin desayuno y sin foto del desayuno.
No sé muy bien cómo funcionará esto de la parada técnica. En Barcelona me comentaron que era obligatorio bajar del avión; de todas formas se trata tan sólo de una parada de una hora (o eso creo). Una pregunta, si pisas suelo vietnamita, aunque no salgas del aeropuerto, ¿se considera como país visitado?
Bromas aparte, ya va siendo hora de pisar tierra firme. ¡Qué poquito queda!

No me gusta volar. Es decir, me encanta viajar pero no me gusta hacerlo en avión; es antinatural y estresante. No puedes disfrutar de los paisajes, apenas te relacionas con la gente que viaja contigo, estás encerrado en un lugar hermético donde no sientes el aire en la cara, no pasas frío o hambre, no saboreas los olores que te rodean… todo está pensado para el máximo disfrute del pasajero pero, ¿cómo disfrutar sin hacerlo a través de nuestros sentidos? Definitivamente, volar no forma parte del viaje, es un mal necesario al que nos tenemos que adaptar. 
Pero, espera, quizá volar sí tiene algo bueno. Ese instante en que el avión está descendiendo para aterrizar, que está tan cerca del suelo que empiezas a apreciar el nuevo mundo que te espera ahí abajo. Cuando tus retinas se llenan de repente de nuevas imágenes, lugares nunca vistos pero durante tanto tiempo soñados, y la tierra se acerca tan rápido que ya distingues edificios, campos, el gran Mekong… y piensas, “ahí voy yo, no sé que me encontraré, pero sé que será fantástico… por fin he llegado”. Bienvenidos a Vietnam.
Aterrizando en Saigon (Vietnam)


(Escrito durante el vuelo Doha - Saigon, publicado desde Europe Guest House, en Phnom Penh)

Sin Conexión

Recuerdo mi primera vez con Qatar Airways y con el aeropuerto de Doha, no hace mucho de ella, menos de dos años. Entonces volaba hacia Arusha, en Tanzania. Al llegar me encontré un aeropuerto pequeño, con apenas un par de tiendas, más bien soso y muy tranquilo. Había un montón de enchufes por doquier y wifi gratis, aunque con una señal  muy limitada. Mi escala era bastante larga, como de 4 horas. Era finales de Abril y recuerdo que se televisaba un Barça -Madrid (pero no recuerdo si era liga, copa, champions o lo que fuera). Una gran pantalla ocupaba media sala y una veintena de hombres vestidos con chillaba blanca y pañuelo negro en la cabeza miraban emocionados el partido. Yo estaba sentada en un extremo, al lado de un enchufe, leyendo no recuerdo qué en mi portátil y escuchando música. De vez en cuando algún grito de emoción me hacía girar la cabeza. Al rato, se me acercó uno de los hombres y me preguntó en inglés si era española. “Sí lo soy”, contesté. “¿Y no te interesa el fútbol?” “Mmmm, no”. “Ha ganado el Real Madrid”. “Vale”. Todo esto me lo dijo con gran emoción, toda aquella gente eran seguidores del Real Madrid.
Mucho han cambiado las cosas desde entonces. Aquel pequeño y tranquilo aeropuerto se ha convertido en un cruce de caminos entre Asia y Europa; gentes de todos los lugares se pasean por él, a cada cual más llamativo. Pronto los americanos también lo harán suyo, con la puesta en marcha de las nuevas rutas hacia el continente americano. Las tiendas de marca han ocupado parte del espacio libre. La señal wifi sigue siendo igual de pésima, o peor. Y encontrar un enchufe libre se ha convertido en una odisea. Así que llevad los aparatos bien cargados u os quedaréis sin conexión. Ah, y como todo el mundo sabe, en Qatar ya no son madridistas.


(Escrito desde el Aeropuerto Internacional de Doha, publicado desde Europe Guest House, en Phnom Penh)

Volaaaaréeee

Volar con Qatar Airways significa disfrutar de la pesadez de estar horas y horas encerrada con un montón de desconocidos. El trato exquisito de su tripulación, tanto la de tierra como la de aire, ayudan a que las interminables horas que me separan de mi destino sean más llevaderas. Un pica pica, la comida, continuos paseos ofreciendo bebidas… Todo un lujo a un precio relativamente asequible. Sólo le pediría dos cosas a esta gran compañía: uno, que ya va siendo hora de tener wifi en los vuelos de larga distancia y, dos, ¿por qué siempre me toca delante el que reclina el asiento al tope? ¡Quiero asientos no reclinables ya!
Avión de Qatar Airways en el aeropuerto de Barcelona

Al pan, pan
16:30h. Lunch service. Poco antes la tripulación ha pasado ofreciendo una bebida y un snack; sinceramente llegué a creer que ésa sería la comida principal. Pero no, llegó la hora de la comida - cena. Dos menús a elegir, chicken with rice or fish with chips. Yo elijo el pescado, con otro vasito de vino (french wine). La comida muy buena, una ensalada con una salsa de vinagre dulce, un trozo de pescado acompañado de patatas al horno, zanahorias y brócoli, regado con una suave salsa, y un pastelito de manzana de postre. Todo muy rico, qué afortunada soy con las comidas de los aviones (o que conformista). 

Lo más sorprendente, el pan: os lo juro, era pan, no pan blandujón, recalentado o el típico bollito dulzón, no no, pan pan. Pan crujiente y sabroso, que bien podías acompañar con un quesito de “La Vaca que Ríe” o untarlo con mantequilla. Yo he preferido comérmelo solo, disfrutar de su sabor tan terrenal, a saber cuanto tiempo pasaré sin degustar un buen trozo de pan… (Si me hubiesen dado aceite juro que habría besado a la azafata)
Ya están aquí de nuevo, qué servicio más completo. Recogen las bandejitas, ofrecen más bebidas, coffee or tea? Baja la intensidad de las luces, parece que es hora de dormir…

Comida de avión, a qué no tiene tan mala pinta?

P.D. Definitivamente estoy rodeada de chinos cochinos.

La hora de la merienda
19:15 hora española. Hora local… no lo tengo muy claro. Nos encienden las luces. Ayyyy, ahora que me había dormido al fin y estaba teniendo dulces sueños… Faltan unas dos horas para llegar a Doha. Al parecer es hora de la merienda (?). No tengo nada de hambre pero sí sed así que me pido un te y me entregan también algo así como un wrapp vegetal, acompañado de un pastelito de chocolate, ¿ring?

Como viajera curiosa que soy decido probarlo, ya sabéis que para poder contar primero hay que experimentar en primera persona. Así que le doy un mini bocadito al enrollado. Quema, y pica un poco, pero apenas le saco el sabor. A ver, otro bocadito más, todo sea por la ciencia… NOOOOOOOO!!!! Un chorretón de relleno rojo y pringoso se escapa del wrapp y va a parar directamente a mis pantalones, al asiento y al suelo. NOOOOO!!!! Por qué????? Menuda se lía, menuda acabo de liar. Pego un salto, pero no llego muy lejos porque el cinturón me retiene en el asiento. Los dos chinos de delante se han girado con cara de diversión. Salgo corriendo hacia el lavabo, buscando lo que sea para echar en el pantalón y evitar que el curry se me adhiera para siempre en el pantalón (sí, salsa de curry). Agua, jabón, más agua, papel… Ya no sé qué más hacer, habrá que esperar a que se seque la mancha. Vuelvo al asiento, miro al enrollado con cara de pocos amigos, pero no me atrevo a tocarlo; como venganza hacia mi pringoso enemigo meto el dedo en el pastelito de chocolate, ¡tú sufrirás en lugar de tu compañero! Me bebo el te. Se acabó la merienda.
¿Y a qué viene tanto drama? Lo sé, lo sé, no es tan grave, esas cosas pasan. Se lava y se estrena. Pero es que yo traigo sólo dos mudas de ropa (sí, sólo dos) y antes de pisar suelo camboyano ya me he manchado una…

En fin, sólo se trata de un poco de curry oloroso, lo mismo ni se nota…
El culpable de mi desgracia y su cómplice


Barça - Qatar Team
20:45 hora española, 22:45 hora en Qatar. Estamos a punto de aterrizar, Magnífico vuelo, como siempre con esta gran compañía. Lo mejor, el anuncio publicitario Qatar - Barça que te ponen en la pantalla justo antes del aterrizaje. 
Os dejo en enlace del vídeo, por si alguien no lo ha visto, que no tiene desperdicio (por cierto, lo de Puyol es pasarse un poco, ¿no?)

Ya sólo queda otro vuelo, ¡cada vez más cerca de Camboya!

P.D. ¡La mancha del pantalón apenas se nota!
  
(Escrito durante el vuelo Barcelona - Doha, publicado desde Europe Guest House en Phnom Penh)

Transporte público a precios nada populares

Miércoles 29 de Enero de 2014. Empieza el viaje. Llega la hora de marchar. Embarcamos. Espera, un momento, el viaje empezó esta mañana, con el traslado desde Blanes hasta el aeropuerto de Barcelona. 
¿Qué distancia hay entre ambos puntos? Sin consultar ningún mapa, diría que menos de 115km. ¿Y a cuánto habrá salido dicho recorrido? Pues un tren de 6,15€ que tarda más de una hora en llegar a la ciudad condal (y con múltiples paradas) y después un bus de 5,90€ y más de 30min para llegar de Plaça Catalunya hasta la Terminal 1 del Aeropuerto. 6,15 + 5,90 = 12,05€, sí, 12,05€!!! Acaso estamos locos? Más de 1€ por kilómetro! (Pido disculpas por dejar salir mi vena pesetera, “és que la pela és la pela”).
Por desgracia, las opciones para llegar desde Lloret al aeropuerto no son nada cómodas, y para qué hablar de económicas… Además, en temporada baja el número de combinaciones posible se reduce drásticamente. Y si alguno de vosotros a pensado en coger un taxi, preparad alrededor de 150€ para el mismo trayecto.


(Escrito desde el Aeropuerto Internacional de Barcelona, publicado desde Europe Guest House, en Phnom Penh)

Rumbo a una nueva aventura

Faltan ya menos de 48h para mi viaje de este 2014, que llega quizá demasiado pronto (¡ya veremos como aguantamos el resto del año!). 
El destino elegido es uno al que hace tiempo le tengo muchísimas ganas; reúne muchas de esas características que hacen que mis ansias viajeras quieran experimentar: sudeste asiático (que me tiene enamorada), cultura ancestral (templos Angkor), una historia reciente “interesante” (aunque sea tristemente interesante), playas e islas menos masificadas que las de sus países vecinos (Koh Rong)… Aunque reconozco que lo que más me atrae de este destino (y de todos los destinos en general) es su gente, los camboyanos; definitivamente los lugares son sus habitantes. 
Digo “elegido” cuando debería decir que él me eligió a mí, una newsletter de Qatar Airways me llevó hace 8 meses a comprar el billete de avión, sin apenas pensarlo. ¡Qué empiece la magia viajera! Considero que con el paso del tiempo estoy “viajeramente madurando”; las horas de preparación previa han dado paso a simples listados de lugares interesantes; el miedo a la improvisación se ha convertido en gozo por la libertad de no tener una ruta establecida, solamente pinceladas que me guíen. 
Un avión de la compañía del Qatar me llevará “directamente” de Barcelona a Phnom Penh, capital del reino de Camboya (con escala en Doha y una parada técnica en Ho Chi Minh). Así que si no hay contratiempos, el próximo jueves, 30 de Enero, a las 14:10h estaré pisando suelo camboyano.
Serán 21 días completos visitando este nuevo mundo, con una ruta en la que he marcado qué lugares me gustaría visitar pero no cuántos días estaré en ellos, prefiero dejar que sea la propia Camboya la que guíe mis pasos.
Quiero que este diario sea un “Cuaderno de Bitácora” en toda regla; intentaré publicar a diario, siempre que el wifi y las energías me lo permitan. No se trata de un diario práctico, sino de otro de tipo personal. Aún así, intentaré añadir toda aquella información que considere relevante para futuros viajeros.
Para acabar, decir que este diario lo escribo pensando en alguien muy especial, tú ya sabes que lo hago para ti. 


(Escrito desde la comodidad de mi sofá, publicado desde Europe Guest House, en Phnom Penh)