domingo, 2 de marzo de 2014

Kampot está de moda

Llegamos a Kampot después de un largo viaje, eran casi las 17h de la tarde. El centro de Kampot es pequeño, y desde ahí hasta los alojamientos que tenía apuntados apenas tardé 15min caminando (¡bendito GPS!).
El bus nos dejó en Old Market St; lo que más me sorprendió fue comprobar la cantidad de restaurantes y bares para extranjeros que había a ambos lados de la calle. Lo siguiente, una boda, ¡y menuda boda! Dos carpas enormes, a ambos lados de Old Market St.

En una de las carpas se estaban celebrando la ceremonia, la otra estaba lista para dar de comer a los invitados, con un grupo de música amenizando la velada. La celebración de bien seguro que duró toda la noche.
Kampot es la capital de la provincia de mismo nombre, al sur de Camboya. Se trata de una tranquila ciudad, a orillas del río Kampong Bay y a pocos quilómetros del golfo de Tailandia. Kampot es conocida por su pimienta negra, además de ser un punto estratégico para visitar el Parque Nacional de Bokor y la población cercana de Kep. Son muchos los que vienen aquí a descansar del sofocante calor de Camboya.

Kampot parece no tener nada especial, ciertamente se encuentra cerca de diversos lugares de interés, pero el pueblo en sí no es ni bonito ni interesante. Aún así, parece que Kampot está de moda; son muchos los extranjeros que han fijado su residencia aquí y han iniciado un negocio. La tranquilidad de este pueblo lo hacen ideal como lugar de retiro.
El primer día lo dediqué a contratar la excursión a Bokor National Park y poco más. Miré los restaurantes que dan al río, buscando dónde cenar y todos me parecían muy caros, casi a precio europeo; aquí la cerveza ya no era tan barata y parecía complicado comer por menos de 3$.
Suerte tuve de un evento que se estaba celebrando, un concierto al aire libre, patrocinado por una compañía de telefonía móvil. Los cantantes me recordaban a los de “Operación Triunfo”; mucha gente, no sólo jóvenes sino también adultos y niños (y muchos en pijama) escuchaban la música, bebiendo y comiendo (pero no bailando). Varios puestos de comida estaban allí montados. Y aquí sí pude comer barato y probar por primera (y última vez) el feto de pollo. 


La fiesta parecía que iba durar toda la noche, la música del escenario competía con la de la boda que se estaba llevando a cabo no muy lejos de allí. Camboyanos y extranjeros se mezclaban por las calles de Kampot. Hacía fresco, apetecía ponerse algo de manga larga. La gente saludaba amablemente cuando pasabas por delante de sus negocios. Todo el mundo se lo estaba pasando bien. 
Durante los siguientes días, y mientras me fui desplazando desde Kampot hasta Sihanoukville y finalmente Phnom Penh, hablé con varios turistas sobre esta pequeña ciudad. Todos decían maravillas de ella, suspiraban por volver a sus tranquilas y frescas calles, como si de una segunda residencia se tratara. A todos les parecía un lugar ideal para pasar amenos una semana apacible. No cuesta demasiado entender por qué Kampot está de moda.



(Escrito desde Koh Rong Sanloem; publicado desde Lloret de Mar)

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